Durante siglos, la plata ha jugado un papel secundario con respecto al oro, pero se ha infiltrado en nuestras vidas de más formas de las que podríamos imaginar. Y, sin embargo, a pesar de su importancia, o quizá debido a ella, es una de las principales materias primas más manipuladas del planeta. Pero antes de sumergirnos en las oscuras aguas de la manipulación de precios y sus posibles consecuencias, rindamos homenaje a los innumerables usos de la plata en los productos cotidianos.
Paneles solares: El guerrero verde
El auge de las energías renovables ha convertido la plata en el metal preferido de los guerreros ecológicos. Utilizada en paneles solares por su inigualable conductividad eléctrica, la plata está impulsando silenciosamente el avance hacia un planeta más verde.
Maravillas médicas: El cazabacterias
En el ámbito de la salud, las propiedades antibacterianas de la plata la convierten en el héroe anónimo de los apósitos y los dispositivos médicos. Si pensaba que la plata era sólo para cucharas y joyas, piénselo otra vez. Está en primera línea, luchando contra los enemigos invisibles que amenazan nuestra existencia. Supongamos, por ejemplo, que alguna vez se ha hecho una herida lo bastante grave como para tener que curarla. En ese caso, probablemente haya tomado soluciones de nitrato de plata o cremas con sulfadiazina de plata para matar y mantener alejadas a las bacterias.
Electrónica: El conductor invisible
La conductividad eléctrica de la plata, desde los smartphones a los portátiles, garantiza que puedas deslizar el dedo a la derecha o enviar fácilmente un correo electrónico pasivo-agresivo. Es el socio silencioso de tus aventuras electrónicas, garantizando que cada píxel de tu pantalla sea una sinfonía de eficiencia.
Espejos: El facilitador de la vanidad
Las propiedades reflectantes de la plata no sólo sirven para señalizar aviones de rescate. Sin la plata, la autoadmiración sería mucho más difícil y, admitámoslo, mucho menos brillante.
A los manipuladores del mercado les encanta
Los susurros y rumores sugieren desde hace tiempo que el mercado de la plata está más controlado que una marioneta con hilos. ¿Por qué? Dado el papel industrial y monetario de la plata, mantener su precio bajo control beneficia a los grandes actores institucionales y a los gobiernos. Unos precios más bajos mantienen bajos los costes de producción de la electrónica de consumo y los paneles solares, al tiempo que minimizan el atractivo de la plata como cobertura contra la inflación.
Y no es una teoría conspirativa.
Deutsche Bank fue objeto de una demanda colectiva por conspirar con otros bancos para manipular los precios de la plata y falsear los mercados. En 2016, el banco pagó 38 millones de dólares para resolver la demanda, lo que algunos observadores del mercado consideraron una admisión de culpabilidad. Este acuerdo también abrió las puertas a nuevas demandas contra otros bancos.
En 2020, JP Morgan Chase tuvo que pagar casi 1.000 millones de dólares por prácticas manipuladoras. En 2010, surgieron acusaciones de que el banco estaba manipulando los precios de la plata y los bonos del Tesoro estadounidense. La multa a JP Morgan fue más bien un tirón de orejas, en comparación con la cantidad de dinero que probablemente ganaron durante décadas de manipulación, pero sí destapó, aunque brevemente, las prácticas que pueden influir en los mercados.
Pero, ¿qué ocurre cuando los precios de la plata desafían a sus titiriteros y se disparan? En primer lugar, el coste de producción de cualquier cosa con un componente de plata se dispararía. Su próximo smartphone podría necesitar opciones de financiación parecidas a las de un préstamo para comprar un coche. La energía solar, el caballero de brillante armadura (de plata) de la revolución verde, podría ver cómo sus costes se disparan, ralentizando las tasas de adopción.
Además, las industrias que dependen en gran medida de la plata se apresurarían a buscar alternativas, lo que podría ahogar la innovación y llevar a las empresas al borde del abismo. Las repercusiones se extenderían y afectarían a todos los sectores, desde la sanidad hasta las energías renovables.
